sábado, 27 de octubre de 2007

Minutes



In a small, green bathroom she is staring at the mirror. She doesn’t move an inch. She is looking inside her, deeper than she ever did before. Her black, long hair hangs loose; her eyes look dark and tired. She washes her face quickly, grabs a towel and keeps staring. She takes a deep breath, opens the door and leaves. Someone is waiting for her. Her life is about to change. She will never be the same.

lunes, 22 de octubre de 2007

The Youth In Us



Después de ver este corto me dí cuenta de la razón por la cual cuando escuché a mi profesora decir el nombre, entendí lo que entendí.

Si tienen unos minutos libres, vayan directo a "watch movie". Si luego se arrepienten, pues lo siento. Yo no me arrepentí. Aquí está la dirección:

www.theyouthinus.com

viernes, 19 de octubre de 2007

"No despertarás a tu prójimo"



Me encanta dormir. Es uno de los placeres más grandes. Una vez dormí por quince horas, había entregado mi tesis de grado y tenía un poco más de cuarenta y ocho horas sin dormir. Los fines de semana me gusta despertarme al mediodía, aunque cuando llueve y hace frío, cosa muy frecuente en San Francisco, puedo despertarme después de las doce fácilmente.

A mí me gusta cuidar el sueño de los demás, justamente porque no soporto que me despierten y menos cuando se debe a actos desconsiderados y torpes, ejemplo: alguien busca algo en tu cuarto y abre gravetas, clósets y bolsas (me enferma el ruido de las bolsas cuando estoy durmiendo, y es peor cuando tratan de buscar despacio como que si eso fuera a evitar que la bolsa suene), alguien en tu casa se despertó con ganas de silvar, alguien entra a tu cuarto y te pregunta: "¿estás durmiendo?", suena el telefono y tantas cosas más.

Otra cosa común no sólo en San Francisco, sino en los Estados Unidos es el telemarketing. Nadie se salva, por más que mandes a quitar tu número del book, por más que te registres como private caller, por más que contrates servicios para que rastreen y seleccionen las llamadas que entran, siempre, de alguna forma, todos serán presa del típico trabajador que sentado en su pequeño cubículo, con camisa blanca, corbata, manos libres y la computadora en frente, consigue perturbar la tranquilidad del hogar, generalmente a horas sagradas.

La cosa va más o menos así: el teléfono empieza a sonar religiosamente todos los días a eso de las ocho de la mañana. Lo peor es que conocen tu nombre, preguntan directamente por tí, como que si fuera algún amigo o conocido, para engañarte, para que caigas. “Hi, can I speak to Tanyluz, please?” Las primeras veces caí, pero ya no, ya los reconozco con gran habilidad. “Ah...I’m sorry, I just work here, if you want to talk to the owner of the house, you’re gonna have to call later”. Todo esto lo digo practicando diferentes tipos de acentos. A veces enfatizando al máximo mi procedencia latina, otras como italiana, otras como el hombre que le vendió el disfraz en la madrugada a Tom Cruise en Eyes Wide Shut y a veces me aventuro y pretendo ser asiática. Esto forma ya parte de mi rutina.

De lunes a viernes llaman entre ocho y once de la mañana, y en la tarde a partir de las cinco, cuando la gente ya va llegando a sus casas de la universidad o el trabajo, hasta las ocho de la noche. Esto podría llegar a ser algo medianamente tolerable. Lo que me provoca una ganas irrefrenables de disparar es cuando los sábados y los domingos suena el teléfono a las siete, ocho, nueve de la mañana. No respetan!!!! No es posible!!!! Que me dejen dormir en paz!!!

El punto cumbre de todo esto es lo que pasó el domingo pasado en la mañana. Dormida, torpe, inútil, casi ciega, contesto el teléfono: “Hello...” Silencio. “Hello?” En ese momento empezó a correr un mensaje GRABADO!!!! O sea, ellos no se despiertan ya para llamar, ahora ponen a una máquina a arruinarle el fin de semana a uno. “Hi, neighbor! We have a very special offer to make you. How would you like to have the cleanest carpet in your neighborhood? Just call us. 1-800-carpetclean, and we’ll give you great discounts!”

Maravillosos descuentos? La alfombra más limpia? You bastards...

lunes, 15 de octubre de 2007

People Getting Punched Before Eating

From SNL. October 13th.

Simple things make life easier...and happier. Enjoy.

“Ya vengo, voy un momento al supermercado”

Decir eso y cumplirlo son dos cosas que me resulta imposible realizar. Vivir sola ha sido una experiencia que me ha cambiado. Algunos dicen que he madurado, otros que me he vuelto más responsable y otros que me he convertido en una persona más fría, más calculadora. Yo creo que los últimos aún no me conocen bien.

Inevitablemente una de las consecuencias de vivir solo es tener que hacer cosas solo, como por ejemplo, el mercado. Pero hacer mercado en Venezuela me resulta a mí una experiencia totalmente distinta a hacer mercado en el país pionero del consumismo. Es agradable, por supuesto, entrar en un espacio civilizado, ordenado, limpio, que huele bien, donde nada está ni siquiera en la primera fase de proceso de descomposición. ¿A quién no le gusta comprar comida que no esté descompuesta?

Llego con mi pequeña lista, nunca compro demasiadas cosas, y empiezo la búsqueda. Luego de aproximadamente veinte minutos empiezo a sentirme algo confundida. Hay muchos pasillos y además larguísimos. Tengo que caminar demasiado para conseguir lo que necesito y siempre hay cosas que en el medio me distraen. Hay mucho de todo, todo se ve bien, todo llama la atención. Ya a la media hora me olvidé completamente de mi lista y estoy viendo cosas que realmente no necesito.

¿Por qué? ¿Por qué hacen tanto de todo y tan bien? Yo soy algo débil en este sentido, debo admitirlo. Hay cosas que no importa la cantidad que tenga, no puedo dejar de ver y la mayoría de las veces comprar: cremas para la cara y cualquier producto que tenga escrito en algún lugar “vitamina E”, “anti-arrugas”, “hidratante” o “efecto lifting” (tengo 26 y me cuido la cara desde los 15, espero que tenga algún efecto a mi favor en el futuro); productos (comidas o bebidas) bajos en grasas o carbohidratos (que para nada es lo mismo); bufandas; soundtracks y ropa interior.

Estoy llegando en este momento de Lucky, una nueva cadena de supermercados en San Francisco y por lo menos tengo el doble de las cosas que necesitaba.

Un minúsculo ejemplo de esta situación es comprar refrescos. “Mira, cómprame un refresco ahí”. No. Eso no funciona aquí. Hay una inmensa variedad de opciones. Veamos el caso de la Pepsi Cola. No sólo existe la Pepsi regular, sino que también hay: Diet Pepsi, Diet Lime Pepsi, Diet Caffeine Free Pepsi, Vanilla Pepsi, Diet Vanilla Pepsi, Wild Cherry Pepsi, Wild Cherry Diet Pepsi y unas nuevas que me quedé loca: Jazz Pepsi (que incluye los sabores: Straberries and Cream - asco -, Black Cherry and French Vanilla – asco – y Caramel Cream Cola...ascooooo) y el otro nuevo sabor: Diet Pepsi Max Invigorating, con vitaminas y minerales...qué miedo.

Y así es con todo. Es muy difícil. Me confundo, me desoriento, no sé qué quiero, no sé dónde estoy. Siento que el supermercado es un monstruo que me domina...que cierra a las tres de la mañana. Parece increíble pero yo he ido a hacer mercado a las dos de la madrugada...y al banco también.

domingo, 14 de octubre de 2007

Lo que veo

Never leave home without a camera in your hands.








sábado, 13 de octubre de 2007

El primer día

El despertador sonó a las seis de la mañana, pero logré levantarme veinte minutos después. Hacía frío. A esa hora San Francisco es una ciudad fría y borrosa. Tres dólares y quince centavos para montarme por veinte minutos en el Bart y bajarme en la estación de Montgomery. Recordé mi primer día de clases en la Ucab, hace ya un tiempo.

El semestre de verano es corto, así que preferí empezar con una clase: Directing Actors for Motion Pictures.

Para mí siempre ha sido un poco incómodo entrar a un salón el primer día de clase. Lo fue en la Católica, recuerdo que quienes son hoy mis mejores amigos, pensaban que era una tipa creída. Lo fue en New York cuando todos los estudiantes esperábamos en un pequeño cuarto a que nos llamaran por nombre para hacernos una entrevista. Y lo fue aquí también.

El salón era grande. De hecho, eran varios sets en el mismo lugar. Éramos pocas personas. Tres muchachos, uno de ellos me recordó muchísimo a los muñequitos gothic style de South Park, una chica y yo. Todo en silencio. A las ocho y treinta en punto entró un hombre no muy alto, blanco, de ojos verdes, con jeans, gorra hacia atrás y lentes de sol. “Good morning, kids. I´m your teacher. I´m supposed to teach this class. My name is Andy Ruben” (Ja, funny coincidence, I thought)

Andy es un hombre ya entrado en sus 50, aunque no parece. Dos cosas me llamaron la atención de este hombre: su cabello (largo, casi hasta la cintura, blanco hasta más o menos las orejas y a partir de ahí castaño muy oscuro) y su increíble parecido a Ed Harris, yo podría pensar que es su hermano gemelo.

Andy es un tipo con una gran experiencia en la industria cinematográfica. Los mejores profesores para mí son los que no creen tener la verdad en sus manos y los que te enseñan contándote lo que les ha tocado vivir en el trabajo, en este caso en el set.

Para mí era todo un acontecimiento. No importa lo alta que haya sido tu nota en el TOEFL, el miedito por estar iniciando algo tan grande, en un idioma que no es el tuyo, siempre intimida un poco. Pero cuando el primer día de clases tu profesor tiene problemas para escribir correctamente la palabra “aesthetics” en el pizarrón, tú sabes que inevitablemente todo va a estar bien.

“Oh, my God, I’m a writer and I can’t write” A partir de ese momento todo fue más sencillo.

Otras frases inolvidables de mis profesores en un primer día de clases:

“Guys, please don’t mix drugs and alcohol with film”
“No matter how hard you try, getting high is not gonna do it”

That’s pure gold.

Irse es como raro...

Al principio se sentía como unas típicas vacaciones. Hasta que los días no dejaban de pasar y me dí cuenta de que esta vez no iba a regresar.

Tanto tiempo planeándolo, tanto tiempo esperándolo, tanto tiempo cruzando los dedos y finalmente cuando pasa, lo menos que puedo decir es que irse es como raro.

Extraño a mi familia y a mis amigos, a la gente que quiero. Extraño mi casa, mi cuarto, mis muebles, mis cosas... Estar en mi apartamento era para mí lo máximo. A veces me pasaba los domingos en casa, sola. Me levantaba tarde, veía un par de buenas películas, leía, hacía ejercicios, me limpiaba mi cara (siempre probaba alguna nueva crema, preferiblemente con vitamina E) y disfrutaba simplemente asomándome por la ventana, con una taza de café en las manos.

Tanto tiempo esperando por esto y cuando finalmente llega es inevitable sentir una extraña melancolía cada vez que veo alguna foto, o cada vez que escucho alguna voz. A veces me pregunto: ¿qué es lo que realmente me espera?, ¿hacia dónde va mi vida?.

San Francisco es una ciudad espectacular. Para mí es como el little-gay New York´s cousin. Tiene un encanto que aún estoy descubriendo. La primera caminata que hice por la ciudad fue toda una experiencia. De pronto me encontré metida en una manifestación: "Get tested for Hepatitis C". Decenas de personas, de distintas edades, colores y tamaños, concientizando a la gente. Me uní a ellos. Grité con ellos. Avancé, avancé, avancé y me topé de frente con un hombre en sus 30´s, se me arrodilló con un cartel que decía: “Help me. I´m homeless”. A su lado una paloma cojeaba (algo que jamás había visto) en la esquina un hombre tocaba el saxofón, al mismo tiempo que un muchacho vestido de abeja cruzaba la calle y una anciana con un bastón se abría paso entre la gente.

Irse es definitivamente raro...