viernes, 30 de enero de 2009

Cosas que se escuchan en la sala de espera de una consulta ginecológica.

Yo amo a mi ginecólogo. Lo adoro. Es lo máximo. Tanto así lo quiero, que nunca se me olvida visitarlo cuando voy a Venezuela. Pero yo no soy la única que lo quiere. En cada una de mis visitas hay por lo menos otras quince mujeres esperando.

Llego yo en la manana y hago una visita obligada a la cafetería para pedir un café doble para llevar. En seguida comienza el desfile de las barrigonas por todos los espacios de la clínica. Algunas con unas barrigas muy grandes, pero han sido lo suficientemente fuertes y constantes como para mantenerse dentro de un peso razonable. Eso de que hay que comer por dos, es la excusa más barata que puede dar una mujer para dar rienda suelta compulsividad alimenticia.

Agarro yo mi café doble y subo a las escaleras hasta el consultorio de mi doc en el tercer piso. No importa lo temprano llegue, siempre hay al menos dos o tres mujeres anotadas antes que yo. Deben llegar a las seis am.

El ambiente es super lindo. Las paredes color salmón, luz cálida, televisor pantalla plana con cable, pc con internet, revistas de salud. La espera a veces se hace muy larga, sobre todo si al doctor se le presenta una emergencia.

Así que yo me pongo lo mas cómoda que puedo y me dispongo a esperar que me llamen. Al principio todas esas mujeres están calladas, pero después de un rato, el fastidio de la espera hace que empiecen a hablar y ahí es cuando se pone la cosa interesante.

Se escuchan cosas como estas:

- "Yo ya tengo 4 meses. Lo que pasó fue que después de dar a luz yo no vi regla por varios meses y de verdad que no nos cuidamos"

¿Yo no vi regla? ¿No ver regla? ¿Qué demonios es eso? ¡Qué horrible, además! ¿El verbo "ver regla"?. ¿Por qué? ¿Por qué hablan así?

Además, qué metida de pata tan grande si despues de dar a luz no te cuidas, aunque no "veas regla". A veces me sorprendo de las burradas de la gente. Algunas burradas no sorprenden, pero otras sí.

- "Ay, ojalá que se me adelante el parto para que mi hijo sea Libra. No quiero que sea Escorpio. Es que yo a los Escorpio no los entiendo"

¡Burra! Si yo estuviera embarazada me preocuparía porque mi hijo tuviera el tiempo completo para formarse bien, que viniera con dos brazos, dos piernas, sus dedos completos, todas las funciones buenas... Sano, pues. No por esa basura de "ay, es que los escorpio son así. Él actúa así porque es del signo tal". Detesto cuando alguien viene a analizarme la vida en función de los signos del zodíaco. Qué gran estupidez.

"Bueno, chico, ¿sabes qué?, haz lo que te de la gana, tu tienes 27 años. Suficiente tengo con mi hija de 5 años y con esta barriga"

Wow... Qué duro esto. Eso se lo dijo una señora a su hijo mayor mientras hablaban por telefono. Yo estaba al lado de ella. Pobre bebé en la barriguita...

"Leonor, hay que llamar a la senora Gómez, le salió vph en la citologia", dice el doctor a su secretaria.

Qué horrible. Qué miedo. El que pueda tiene que vacunarse contra el vph.

"Ella sí se estaba cuidando, tomaba pastillas, pero igual le dio herpes"

¡Dios! ¡No puede ser! No puede ser que gente que debería conocer estas cosas, viva en la total ignorancia. No puede ser que todavía exista gente que cree que las pastillas anticonceptivas protegen contra las enfermedades de transmisión sexual. La pastilla te puede evitar un embarazo, pero no que te peguen cualquier enfermedad. Come on!

"Ay, yo no sé qué pasa que estoy engordando tanto con este embarazo"

Lo que pasa es que estás comiendo como una vaca desesperada. Eso es lo que pasa. No te hagas la loca. No te puedes enganar a tí misma.

La gente dice cosas que dan risa, otras dan ganas de llorar y otras sencillamente no las puedo creer. En todo caso, me hacen la espera más llevadera.

martes, 27 de enero de 2009

Un día no común.

Hacía calor. El sol radiante hacía doler sus ojos a veces muy acostumbrados a la penumbra. Se bajaron del carro, caminaron con paso firme y decidido. Ella la llevaba tomada de la mano. Se veía tranquila. Tomaron el ascensor para evitar las escaleras, entraron y dieron las buenas tardes.

Aquella pequeña sala era el lugar más extraño y ajeno en el que había estado. Tenía paredes blancas, pocas sillas, ninguna mesa, algunas revistas y una puerta de vidrio. Ella dio gracias por esa puerta. En medio de tanto desconocimiento, era capaz de seguir viendo lo que estaba del otro lado: el resto del mundo, su vida, la vida que siempre había llevado, la vida que estaba decidida a seguir llevando.

Se sentaron y luego de algunos segundos de extraño silencio, decidieron que lo mejor era conversar de las cosas que siempre conversaban, Les gustaba recordar cuando eran niñas, las travesuras que hacían, los juegos que inventaban, los nombres que creaban. Así pasaban largos y ratos, y siempre alguna que otra carcajada se escuchaba. A ella le gustaba escucharlas, le gustaba enterarse de tantas cosas, le gustaba verlas reir.

Los minutos pasaban y sabían que se acercaba el momento. Sabían que tenían que hacerlo. La puerta de vidrio ahí. Inequívoco recordatorio del resto del mundo. División entre el caos y esa pequeña sala de paredes blancas y conciencias despertadas.

lunes, 5 de enero de 2009

Hoy.

La noche fría y silenciosa llena todos los espacios de la casa. Las puertas cerradas esconden los pensamientos más recónditos. La esperanza se abre paso en medio de la oscuridad.