El semestre se acabó. Es increíble lo rápido y lento que pasan 16 semanas. Este fin de semestre fue totalmente distinto al anterior. Muchísimo menos estrés, un examen final, un guión completico y revisado, y un video documental sobre la soledad que experimenta la gente en la hermosa ciudad de San Francisco.
Ahora estoy en Venezuela y eso me quedó claro desde antes de bajarme del avión. Yo siempre he dicho que los regresos a Venezuela son épicos, pero el de ayer fue el mejor de todos.
Generalmente lo que me ha sucedido es que luego de bajarme del avión, cuando voy caminando hacia inmigración, sucede algo que me dice: “chama, ya llegaste a tu país”. Cuando vine el año pasado, el eco de un chancleteo de una mujer gritando: “Mogollónnnn...el señor Mogollónnnnn?”, me dio la gran bienvenida.
Pero esta vez fue diferente. Esta vez no fue necesario que me bajara del avión. En lo que el avión se detuvo, una familia se puso de pie y se empezó a escuchar:
La esposa, una mujer de unos 45 años, gorda (el hecho de que sea gorda no tiene nada de particular, pero el hecho de que sea gorda y vistiera pantalones blancos pegados y camisita blanca pegadita, sí llama la atención) y con el cabello largo agarrado en una cola de caballo con un scrunchie, dice, con voz de doña:
- Papi, la maleta está dos puestos más alante, papi.
El esposo, un hombre también de unos 45 años, con un bigote bien poblado que se movía graciosamente al hablar, chemise de rayas horizontales que hacía resaltar su pronunciada barriga de cervecero y jeans perfectamente abrochados debajo de la gran barriga (o sea, que la barrigota quedaba “guindando”), responde, con voz adeca:
Si, chica, ya te escuché.
ESPOSA:
Ay, papi, llama a José, pa´que nos venga a buscar.
ESPOSO:
Ya lo llamé, pero ese cdm no responde ese coroto.
ESPOSA:
Llama a Carlos, papi, que seguro anda con José.
El esposo procede a llamar a Carlos y efectivamente confirma que José estaba estaba con él. Pillaron a José escondiéndose para no tener que ir a buscar a la pintoresca familia a Maiquetía a las 11 de la noche.
ESPOSA:
Hablaste, papi?
ESPOSO:
Si, si...José anda con Carlos, andan todos amorochados ahí...(JAJAJAJAJAJAJAJAJA)
Oh, por Dios, tuve que taparme la cara pues tenía al hombre en frente.
Luego, un poco más tarde en la cola de inmigración, me di cuenta de que tenía a la familia al lado. Estudié una vez más el perturbador físico de la mujer, promovido por su blanca vestimenta, pero en esta oportunidad pude observar algo que el reducido espacio del interior del avión no me dejó: sus pies.
La doña viajó en chancletas, si, así mismo, en chacletas. Pero ni siquiera en unas chancletas bonitas, no, no, no. Viajó en chancletas de plástico, anaranjado escandaloso, de esas que se meten entre los dedos. Ah! Y por supuesto sus pies daban ganas de vomitar.
De este perturbador close-up mi mirada se elevó lentamente para aterrizar en un plano medio de Paul Gillman, quien estaba esperando dentro del área donde se recibe el equipaje a alguien que venía en mi vuelo desde Atlanta.
Entonces me dije: “Tany, bienvenida a tu país” A comer pabellón y queso paisa!!!
NOTA: por qué a Paul Gillman sí lo dejan pasar a la zona de las correas de equipaje para que reciba a sus familiares y a mi novio nunca lo han dejado pasar? Será que hay que ser Paul para que te permitan estar ahí?
sábado, 17 de mayo de 2008
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2 comentarios:
mi peor experiencia de venezonalidad la vivi en el aeropuerto de miami (donde mas si no?). estabamos en la puerta esperando para abordar el avión, cuando de pronto llegó un ser del otro mundo: rubia platinada, unos 90 kilos, pantalón blanco muy pegado (¿coincidencia?), un collar de imitación de oro con un signo del dólar de unos 30 cms., una maleta de mano del tamaño de un piano y 2 bolsas gigantes de cotufas hechas (no es joda). como si esto no fuese poco, además de las cotufas, llevaba unos 3 botellones de 2 litros de coke. vamos, que debe ser que en vene no se consigue nada de eso.
Jajajajajajajajajajajaja Que maravilla de cuento jajajajajajajajajaja bienvenida a Venezuela! hermoso país de imágenes surrealistas.
Puedo imaginas perfectamente las cholas del Central Madeirense de la doña jajajajaja
Para estar en la parte privilegiada del aeropuerto tienes que observar la vida con unos lentes 3d, pero ambos con celofán rojo jejeje
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