lunes, 8 de septiembre de 2008

Un largo regreso...a casa?


Nunca me he podido quedar dormida en los aviones, imposible. Admiro a la gente, como el señor que iba a mi lado ayer, que se durmió las cuatro horas que duró mi primer avión. Me imagino que estaba agotado, ese senor debe tener muchas cosas que atender en su cabeza, y una de ellas fue cuadrar con su asesor en seguridad personal, la asignación de un guardaespaldas para su hija, que tiene miedo y está ya cansada, "porque ella sospecha lo mismo que yo", decía el senor. ¿Quién sería ese señor?

Yo estaba sentada en el pasillo del avión, haciendo como que no escuchaba nada de lo que él decia. En realidad mi mente estaba en otra parte. En lo que despegamos, el señor se desconectó del mundo y se durmió. No comió, no fue al baño, no llenó la planilla de inmigración; ya en la tercera hora de vuelo, estaba roncando.

Después de cuatro horas, aterrizamos en Atlanta, en donde tuve que esperar otras casi cuatro horas para tomar mi segundo avión. Recuerdo que en un momento tuve que ponerme mis lentes de sol porque la gente se me quedaba viendo, no entendían porqué una muchacha en jeans y chaqueta, lloraba. A mi las despedidas nunca me han gustado, parece que a medida que menos las quiero, ellas se hacen más presentes en mi vida.

Entonces traté de verme, como me veían esas personas, y ante mi deplorable estado físico y emocional, dije: “al demonio, voy a comer lo que más se me antoje”. Para colmo se me rompió el tacón de mi zapato derecho, entonces toda mi humanidad iba acompañada de un desacompasado movimiento corporal. “Greasy chinese would do it”, pensé, así que fui y compré un combo de algún pollo dulce y fideos chinos.

El tiempo pasaba en Georgia y yo sólo pensaba que quería tomar un avión de regreso, pero eso no era posible, así que seguí mandando todo al demonio. “Screw it; I want sugar and stupid-useless-pointless celebrity gossip”. Caminé hasta una tienda y me compré un chocolate, una bolsa de caramelos y cualquier revista de chismes con Angelina o Britney en la cubierta. Necesitaba desperdiciar minutos en un poco de superficialidad y temas de cero relevancia. “Lindsay Lohan se cortó el pelo. Paris se compró una cartera”. Ese tipo de cosas.

Después de haberme levantado a las cuatro de la mañana y de haber estado viajando por 18 horas, tomé un taxi y en diez minutos llegué a mi apartamento, que estaba intacto, como si el tiempo no hubiera pasado, como si nada hubiera pasado.

Como si nada hubiera pasado...

3 comentarios:

Anónimo dijo...

bienvenida tanyluz... se te extrañó durante tus vacaciones

Anónimo dijo...

Todo tiene una razon y un proposito......"what doesn't kill you makes you stronger"...;)

Anis Estrellado dijo...

La tristeza de una despedida es inevitable. Es inevitable las lágrimas. Pero eso es lo lindo de las despedidas: que si hay tristeza y lágrimas es que te importa lo que dejas.
Besitos, Tany.