viernes, 19 de octubre de 2007
"No despertarás a tu prójimo"
Me encanta dormir. Es uno de los placeres más grandes. Una vez dormí por quince horas, había entregado mi tesis de grado y tenía un poco más de cuarenta y ocho horas sin dormir. Los fines de semana me gusta despertarme al mediodía, aunque cuando llueve y hace frío, cosa muy frecuente en San Francisco, puedo despertarme después de las doce fácilmente.
A mí me gusta cuidar el sueño de los demás, justamente porque no soporto que me despierten y menos cuando se debe a actos desconsiderados y torpes, ejemplo: alguien busca algo en tu cuarto y abre gravetas, clósets y bolsas (me enferma el ruido de las bolsas cuando estoy durmiendo, y es peor cuando tratan de buscar despacio como que si eso fuera a evitar que la bolsa suene), alguien en tu casa se despertó con ganas de silvar, alguien entra a tu cuarto y te pregunta: "¿estás durmiendo?", suena el telefono y tantas cosas más.
Otra cosa común no sólo en San Francisco, sino en los Estados Unidos es el telemarketing. Nadie se salva, por más que mandes a quitar tu número del book, por más que te registres como private caller, por más que contrates servicios para que rastreen y seleccionen las llamadas que entran, siempre, de alguna forma, todos serán presa del típico trabajador que sentado en su pequeño cubículo, con camisa blanca, corbata, manos libres y la computadora en frente, consigue perturbar la tranquilidad del hogar, generalmente a horas sagradas.
La cosa va más o menos así: el teléfono empieza a sonar religiosamente todos los días a eso de las ocho de la mañana. Lo peor es que conocen tu nombre, preguntan directamente por tí, como que si fuera algún amigo o conocido, para engañarte, para que caigas. “Hi, can I speak to Tanyluz, please?” Las primeras veces caí, pero ya no, ya los reconozco con gran habilidad. “Ah...I’m sorry, I just work here, if you want to talk to the owner of the house, you’re gonna have to call later”. Todo esto lo digo practicando diferentes tipos de acentos. A veces enfatizando al máximo mi procedencia latina, otras como italiana, otras como el hombre que le vendió el disfraz en la madrugada a Tom Cruise en Eyes Wide Shut y a veces me aventuro y pretendo ser asiática. Esto forma ya parte de mi rutina.
De lunes a viernes llaman entre ocho y once de la mañana, y en la tarde a partir de las cinco, cuando la gente ya va llegando a sus casas de la universidad o el trabajo, hasta las ocho de la noche. Esto podría llegar a ser algo medianamente tolerable. Lo que me provoca una ganas irrefrenables de disparar es cuando los sábados y los domingos suena el teléfono a las siete, ocho, nueve de la mañana. No respetan!!!! No es posible!!!! Que me dejen dormir en paz!!!
El punto cumbre de todo esto es lo que pasó el domingo pasado en la mañana. Dormida, torpe, inútil, casi ciega, contesto el teléfono: “Hello...” Silencio. “Hello?” En ese momento empezó a correr un mensaje GRABADO!!!! O sea, ellos no se despiertan ya para llamar, ahora ponen a una máquina a arruinarle el fin de semana a uno. “Hi, neighbor! We have a very special offer to make you. How would you like to have the cleanest carpet in your neighborhood? Just call us. 1-800-carpetclean, and we’ll give you great discounts!”
Maravillosos descuentos? La alfombra más limpia? You bastards...
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5 comentarios:
Admito que la mayoría de las veces que no atiendo el celular es porque estoy (o estaba) dormido cuando sonó.
Y no me importa.
La persona que llama agradecerá que no atienda, si supiera el mal humor que me produce su llamada.
Me debes odiar, porque yo sí te desperté unas cuantas veces. Y me atendías, qué ganas.
Me odiaste burda.
Bueno, si, me despertaste burda, pero yo tenía la opción de no atender, y nunca lo hice. Jeje. De ninguna manera te odié yo más a tí que lo que tú me odiaste durante la tesis. Jejejejejeje.
Nunca te he odiado. Ni en la tesis.
Tonta.
"tanto ring-ring tocando los cojones".
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