He estado un poco ausentada de mi blog. Eso es algo que no debería pasar. Estos días han sido de todo menos aburridos para mí. Mi novio vino a visitarme, aún está aquí conmigo, desde Caracas y el estrés universitario alcanzó un nuevo nivel hace pocos días.
Mi novio llegó hace varios días y yo no podía estar más emocionada y más feliz. Esperarlo en el aeropuerto se convierte en algo eterno. Mi corazón late muy rápido y empiezo a adivinar qué silueta corresponde a la de él. La gente seguía pasando y pasando, pero él no llegaba. Los pasajeros del vuelo terminaron de salir y él no llegó. Perdió la conexión en Atlanta. Tuve que esperarlo una hora más y esa hora se sintió como un siglo.
Finalmente cuando llegó y lo pude abrazar, fui la persona más feliz del mundo entero. Los últimos días habían sido para mí un poco desagradables, pero cuando lo tuve entre mis brazos, se me olvidó todo lo malo y me di cuenta de que no vale la pena perder el tiempo en situaciones que tienen cero importancia.
Todo ha sido una aventura, ya el simple hecho de estar juntos y caminar tomados de la mano por esta ciudad tan espectcular, es una aventura. Hemos paseado, hemos ido a lugares muy bellos, hemos tomado fotos, hemos comido juntos, hemos hecho cosas muy divertidas. Lo mejor de todo es que lo divertido también puede ser muy simple como: ver programas de televisión de un canal coreano que me llega por cable y tratar de adivinar el significado de todos esos gritos, muecas y piruetas que no entendemos en lo absoluto; o ver infomerciales en español de concesionarios de autos, conducidos por un bizarro personaje que parece una mezcla entre El Conde del Guácharo y Pancho Villa. (Un dato curioso es que este personaje siempre hacía referencia de lo bien que lo pasaría el cliente cuando comprara el carro y manejara hasta México – demonios, y no puede manejar a otro lado?)
No todo ha sido paseos. También hemos tenido mucho trabajo. Bueno, el trabajo lo he tenido yo y él me ha ayudado muchísimo. Hemos estado ya en tres sets, dos míos, en los que rodé dos cortometrajes, y otro de un amigo. Esos han sido días de intenso trabajo y poco descanso. Él dice que me estreso mucho, que quiero hacerlo todo yo sola, lo que él no sabe es que para mí todo es maravilloso y fluye mejor si él está conmigo.
La verdad es que quisiera que nunca se fuera y que se quedara aquí conmigo. Bueno, si voy a hablar de lo que quisiera, quisiera tener una casa de 2 pisos en Sausalito, despertarme cada día y caminar hasta la playa a tomar café, y nunca tener que despedirme de él, sino más bien hacer nuestras maletas juntos. Pero, bueno, mientras tanto, estar con él, es para mí sencillamente lo máximo.
lunes, 24 de noviembre de 2008
martes, 4 de noviembre de 2008
Miserias
Nunca me ha gustado sentir lástima por nadie, no creo que sea algo bueno, sin embargo hay situaciones que no albergan siquiera lugar a una mínima dosis de lástima.
No soy una persona rencorosa, creo que eso enferma y amarga a la gente, y yo sencillamente no tengo tiempo para amargarme por nadie. Es terrible ver como existen personas en el mundo que son absolutamente incapaces de reconocer que han actuado de una manera incorrecta, básica y desmedida. Dicen que todos los seres humanos tienen la capacidad de actuar con raciocinio, que todos son capaces de tener aunque sea fugaces instantes de reflexión, pues yo estoy convenciada de que no es así.
Yo nunca me he sentido, ni me siento, superior a nadie. Gracias a Dios no pertenezco a ese patético grupo de seres que le pone el pie encima a la gente y pretende seguir por la vida sin el temple de asumir las consecuencias de sus actos.
No puedo ni siquiera empezar a imaginarme lo triste que debe ser llevar una existencia dominada por el odio, la rabia, la maldad y la mentira. No puedo hacerlo y no lo haré, porque yo no soy así, mi existencia es de todo menos infeliz y además, como ya dije, estoy demasiado ocupada, mi tiempo vale mucho y lo invierto en cosas que realmente merecen la pena y tienen algún tipo de importancia para mí. Yo soy feliz, soy capaz de decirlo porque lo soy. Soy feliz y lo soy todos los días. Tengo unos padres que amo, unos padres que me aman y que saben por encima de todo y todos quién soy yo, tengo unos hermanos que adoro y unos sobrinos espectaculares, tengo amigos verdaderos, tengo un novio a quien amo profundamente, un novio que me hace feliz. Vivo en una ciudad espectacular y todos los días veo el mundo a través de un lente, generalmente combinado con un filtro para conseguir algún efecto. Sin embargo, el lente de mi cámara no ha acabado con mi habilidad y mi virtud de poder ver las cosas con una perspectiva no distorsionada.
El tiempo pasa muy rápido y cuando las arrugas empiezan a cortarte y a infiltrarte la piel, son pocos los afortunados que pueden sentirse en paz cuando ponen la cabeza sobre la almohada.
Mi cabeza descansa en paz cada noche y mi piel es lisa y joven. Me considero más que afortunada. Felizmente mis arrugas, cuando lleguen, reflejarán el tipo de persona que he sido siempre: una persona que siempre ha hecho el bien y que nunca, jamás, ha pateado a nadie.
Son afortunados todos aquellos, que como yo, no se engañan a sí mismos, pueden decirlo y creérselo.
No soy una persona rencorosa, creo que eso enferma y amarga a la gente, y yo sencillamente no tengo tiempo para amargarme por nadie. Es terrible ver como existen personas en el mundo que son absolutamente incapaces de reconocer que han actuado de una manera incorrecta, básica y desmedida. Dicen que todos los seres humanos tienen la capacidad de actuar con raciocinio, que todos son capaces de tener aunque sea fugaces instantes de reflexión, pues yo estoy convenciada de que no es así.
Yo nunca me he sentido, ni me siento, superior a nadie. Gracias a Dios no pertenezco a ese patético grupo de seres que le pone el pie encima a la gente y pretende seguir por la vida sin el temple de asumir las consecuencias de sus actos.
No puedo ni siquiera empezar a imaginarme lo triste que debe ser llevar una existencia dominada por el odio, la rabia, la maldad y la mentira. No puedo hacerlo y no lo haré, porque yo no soy así, mi existencia es de todo menos infeliz y además, como ya dije, estoy demasiado ocupada, mi tiempo vale mucho y lo invierto en cosas que realmente merecen la pena y tienen algún tipo de importancia para mí. Yo soy feliz, soy capaz de decirlo porque lo soy. Soy feliz y lo soy todos los días. Tengo unos padres que amo, unos padres que me aman y que saben por encima de todo y todos quién soy yo, tengo unos hermanos que adoro y unos sobrinos espectaculares, tengo amigos verdaderos, tengo un novio a quien amo profundamente, un novio que me hace feliz. Vivo en una ciudad espectacular y todos los días veo el mundo a través de un lente, generalmente combinado con un filtro para conseguir algún efecto. Sin embargo, el lente de mi cámara no ha acabado con mi habilidad y mi virtud de poder ver las cosas con una perspectiva no distorsionada.
El tiempo pasa muy rápido y cuando las arrugas empiezan a cortarte y a infiltrarte la piel, son pocos los afortunados que pueden sentirse en paz cuando ponen la cabeza sobre la almohada.
Mi cabeza descansa en paz cada noche y mi piel es lisa y joven. Me considero más que afortunada. Felizmente mis arrugas, cuando lleguen, reflejarán el tipo de persona que he sido siempre: una persona que siempre ha hecho el bien y que nunca, jamás, ha pateado a nadie.
Son afortunados todos aquellos, que como yo, no se engañan a sí mismos, pueden decirlo y creérselo.
domingo, 2 de noviembre de 2008
Reconciliándome con el rojo.
El rojo es un color poderoso. Durante los últimos años lo he rechazado mucho, básicamente por las implicaciones políticas que tiene. Lamentablemente mi absoluta desaprobación hacia una ideología política, me ha llevado a tener una reacción negativa ante el color rojo.
Pero este no es un post político. Este post lo escribo para contarles que desde hace unos meses he iniciado un proceso de acercamiento al color rojo.
Supongo que todo empezó hace varios meses cuando voluntariamente me sometí a un maratón de Almodóvar. Todas las noches miraba alguna película de Pedro, algunas ya las había visto, sobre todo las de los 90 y del 2000 hacia acá. Me llama mucho la atención ver cómo uno empieza a notar cosas en una película cuando la ve más de una vez. Por ejemplo, el uso que hace el director de la paleta de colores. A Almodóvar le gustan los colores vivos y vibrantes, y el rojo es, para mí, uno de sus sellos más especiales, visualmente hablando.
Por cierto, en La Flor de mi Secreto, Marisa Paredes interpreta a Leo Macías, una escritora, y en un momento de la película, Leo comenta que ya tiene otra idea para una novela: una mujer esconde el cuerpo de su marido luego de que éste intentara violar a su hija (e hijastra del hombre-violador); la hija, una adolescente, en un esfuerzo por defenderse le da un golpe y lo mata. Quiero acotar que La Flor de mi Secreto es del año 1995, y la idea que el personaje interpretado por Paredes tiene, es el argumento de Volver, que salió en el año 2006. Cualquiera escribe unas líneas en papel, pero qué difícil es ser un buen escritor. Almodóvar tuvo, al menos, 10 años la idea de Volver en su cabeza hasta el momento en el que la película fue rodada. Increíble...
Pero, bien, volviendo a lo que comentaba antes, empiezo a contentarme con el rojo. No sé qué tan sólida o duradera sea la reconciliación, no sé si cuando vuelva a mi país, al meollo de la crisis política, me distancie de él por un tiempo. Entonces no sé si se dará un nuevo acercamiento. Quizás tenga que hablarme mucho para contentarme y lograr que me vuelva a acercar a él, quizás tenga que escribirme una carta romántica, quizás tenga que traerme rosas azules representando la fidelidad que me profesa o quizás necesite yo una caja de chocolates y una cena a la luz de la vela.
Por ahora nos estamos empezando a entender muy bien. Vamos a ver qué pasa.
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