Tengo un pésimo sentido de la orientación. Cada vez que entro a una tienda, salgo en la dirección equivocada. Siempre. Entonces pienso: “bueno, como siempre salgo hacia el lado que creo es el correcto, que termina siendo el incorrecto, entonces voy a salir hacia el lado contrario del que creo es el correcto”. Nada. No sirve. No importa lo que haga y las formas que emplee para engañarme a mí misma, siempre me equivocaré de sentido.
Soy un desastre con mi blackberry. Lo he tirado al piso desde alturas bastante respetables. Lo he perdido decenas de veces. He perdido su forro protector y por ende también se ensucia. Siempre está tirado en algún lugar de mi cartera...o de mi casa. Frecuentemente tengo que llamarme desde otro teléfono para que repique y así poder encontrarlo guiada por mi oido. Recuerdo una vez que perdí el celular y no tenía teléfono fijo para llamarme, así que hice que mi mamá me llamara al celular desde Venezuela como tres veces para poder encontrarlo.
Soy aún peor con las llaves. Llaves de lo que sea: del carro, la casa...bueno, eso, del carro y la casa. Se me pierden, las confundo. A la hora de montarme en el carro paso minutos urgando en mi cartera hasta que por arte de magia aparecen.
Soy terrible manteniendo orden con mis cd´s y dvd´s. A veces andan en algún rincón de la casa, desprotegidos, rayándose. A veces están guardados en estuches equivocados. A veces no andan por ningún lado. A veces me siento sobre ellos.
Tengo un closet sólo de abrigos y chaquetas. Tengo ropa interior que no me he estrenado y no por eso dejo de seguir comprando. No puedo no comprarme algo si paso por cualquiera de esas tiendas con nombres que son sinónimo de caro. Mentira, sí puedo, pero eventualmente regresaré a comprar lo que sea que llama mi atención. Así como hice hoy con una camisa roja que usaré el 24 de diciembre, porque como conté en un post anterior, me reconcilio con el rojo, siempre y cuando no le vea la cara a Chávez.
En las últimas semanas de cada semestre, mi cerebro se achicharra y se me olvida el Español. O a veces sucede lo contrario, se me cruzan los cables y no puedo hablar más Inglés, aunque quiera, termino hablándole involuntariamente en Español a mis profesores y comprañeros asiáticos. También en esta época de final de semestre, mi apariencia física se empobrece notablemente. Mis ojeras se acentúan; mi cabello se descontrola, adquiere vida propia, se revela; mi horario se arruina, como de noche, duermo...bueno, no duermo; no tiendo la cama; se forman montañas de platos por fregar en mi cocina.
Muchas veces pretendo que estoy hablando por teléfono o escuchando música para evitar a alguien con quien no quiero hablar. A veces he caminado de más y manejado de más sólo para no ver a alguien, porque me da demasiado fastidio estar escuchando a alguien que me parece aburrido o sencillamente tonto. Prefiero gastar más gasolina, ejercitar un poco más mis piernas, o tener una cuenta de teléfono más elevada.
A veces espero cosas de la gente que no debería esperar. Simplemente porque no todo el mundo es como yo, ni piensa como yo. Entonces, no debo dar por sentado que los demás piensan y por ende, actuarán como yo. Por eso me gusta, bueno, no es que me guste, pero a veces, en ciertas circunstancias, prefiero esperar lo peor, para luego, sorprenderme. No me gusta dar nada por sentado.
Siempre voy a pensar que estoy gorda, siempre voy a decir que tengo que perder peso, siempre contaré las calorías de la comida.
No puedo dormirme si no tengo el televisor prendido. NECESITO estar viendo y escuchando algo, últimamente es Jay Leno o Conan. No puedo decir “me voy a dormir” y apagar el televisor.
No puedo despertarme a la 1 de la tarde y almorzar. No puedo meterme un pedazo de carne al estómago si antes no he tomado café y comido aunque sea un mini desayuno. Necesito en primer lugar la dosis requerida de cafeína matutina.
Puedo llegar a ser cursi. No ridículamente cursi, sólo un poco cursi. Eso si, nunca en público porque siento profundo respeto por el estómago de los demás.
Me gustan las rosas azules. Hace poco me enteré de que son símbolo de fidelidad.
Me gustan las bufandas.
No me interesa aprender a cocinar. Sé cocinar algunas cosas, pero no me produce ningún tipo de emoción comprarme un libro de recetas. Prefiero dormir. Probablemente algún día tenga que aprender.
No me gusta la cerveza. Me gusta el vino. Me gusta el agua.
Me gusta dormir con por lo menos 2 almohadas.
Me gusta observar a la gente en el tren e imaginarme de dónde vienen, para dónde van, quiénes son y cuáles son sus secretos más oscuros. Me gusta cerrar los ojos cuando viene llegando el tren y sentir la brisa que produce su movimiento.
Voy tomando agua y dejando las botellas regadas. En algún momento las recojo todas y las boto, sólo para que luego vuelvan a acumularse.
Me gusta verte cuando no sabes que te veo. Me gusta observarte cuando ríes. Me gusta verte cuando lees.
La única circunstancia en la que me gusta limpiar es cuando sé que vas a venir. Me gusta cuando me haces reir. Me gusta cuando me sorprendes. Me gusta sorprenderte. Me gusta hacer cosas nuevas contigo.
¿Todavía me amas?
viernes, 12 de diciembre de 2008
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5 comentarios:
Si, y nunca dejare de hacerlo... por cierto, tienes muchas más peculiaridades.
I know. Pero si las pongo todas, imaginate el largo del post.
Hola!! Gracias por tu comentario :D
Aunque ya con un poco de retraso... Feliz Año!... Que este nuevo año sea bueno para todos!!.
Aprovecho también para decirte que a mi el nuevo año me ha traído un nuevo blog de temática y contenido bastante diferente a Vayapelimasguapa o no. Este nuevo blog se llama "Fragmentos y otros mares" Si te apetece echarle un vistazo podrás encontrarle en Mi Perfil o directamente en el siguiente enlace:
http://fragmentosyotrosmares.blogspot.com/
Espero que te guste. Un saludo.
Tanyluz Sciortino es una mujer espectacular. Ella es hermosa, inteligente, leal, noble, ocurrente, talentosa... Y tiene un conjunto de particularidades que la hacen sencillamente genial.
Quién no puede ver eso?
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