El calor era insoportable, estábamos bastante cerca de los 100 grados. Sin embargo, caminábamos abrazados y a mí me parecía increíble. Quizás alguna de las cosas buenas de esta mecánica (si se le puede llamar cosa buena) es que cada vez que se da un nuevo encuentro todo es mágico, todo es como la primera vez. Entramos al hotel y lo primero que sentimos fue el cambio de temperatura. Uuufff! Qué alivio!
En Las Vegas cada hotel es como una atracción: música, juego de luces, ruido, tiendas, night clubs, restaurantes, grandes casinos llenos de colores, humo de cigarrillo, mujeres con poca ropa bailando, sirviendo bebidas o dándole vuelta a la rueda de la fortuna, hombres que te ven con ganas y mucho, mucho alcohol.
Entramos a un restaurant de comida mexicana. Mi novio pidió fajitas y de tomar ordenamos Margaritas tamaño gigante (porque todos los tragos en Vegas son gigantes). Al final terminé ordenando yo unas fajitas, de tanto verlo comer me dieron ganas, y como no quería pedirle de su plato, pues pedí yo el mío. Salimos del restaurant, yo un poco desequilibrada por efectos de la Margarita, y él con ganas de jugar: peligroso combo. En el casino del New York, New York, nos sentamos frente a una slot machine y para empezar metimos un dólar. Perdimos, ganamos, ganamos, perdimos, perdimos, perdimos, ganamos, ganamos, ganamos... Y ganamos 4 dólares con 82 centavos! Imprimimos el ticket y le di un mega beso divino con sabor a Margarita. Estaba feliz. El haber ganado 4 dólares con 82 centavos en Las Vegas con el hombre por el que puedo hacer cosas bastante ridículas, era para mí lo máximo.
Cobramos nuestros casi 5 dólares y continuamos nuestro camino hacia el hotel en donde caímos reventados del cansancio. La noche era joven pero nosotros ya no dábamos más. Había que descansar para lo que venía.
1 comentario:
Insisto, tanynderella (Me quedó como feo ese nombre) haciendo desastres en las Vegas.. Chama, has pensado trabajar en una agencia de viajes? Ya me provocó ir a las Vegas xD!
Máaas saludos (:
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