lunes, 27 de abril de 2009

Yo, sin razones.

Hoy a las cinco de la tarde caminaba por los alrededores de la universidad y entre mi malestar físico y el viento frío, pensaba en lo triste que me sentía. Entré a Starbucks y me compré un latte extra caliente, me tomé las pastillas que ya me tocaban, me senté en una esquina, lo más alejada posible de la gente y mi mirada se perdió en el vidrio que daba hacia la calle. Traté por un instante de no pensar más y todo se desenfocó, el tiempo se detuvo dentro de mí y yo estaba ahí: sin moverme, aislada, en blanco... Por un momento lo logré, pude no pensar más en mi tristeza sino solamente sentirla y me di cuenta de que lo necesitaba más de lo que pensaba. 

Hace varios días me sentía bien. No había pasado nada extraordinario, pero yo me sentía bien, feliz. Ahora no es así. Ahora no me provoca sonreirle a todo el mundo, ni involucrarme en todas las conversaciones, ni hacer más allá del trabajo que estrictamente me corresponde. Ahora prefiero vestirme de colores oscuros, no ponerme ni polvo en la cara y estar sola. Y ya no analizo las razones de mi tristeza, ya lo hice. Las causas las conozco, podría hacer una lista ahora mismo, pero no me da la gana. No quiero explicarme, no quiero analizarme. Solamente quiero sentir lo que tenga que sentir, por el tiempo que lo tenga que sentir y que las cosas tomen su curso (y ojalá eso signifique que se resuelvan). Mientras tanto quiero seguir con el botón que dice "pausa" apretado y quizás, contar con un par de oidos, unos ojos y una voz que no me juzgue, que no me pida razones, que no me diga lo que tengo que hacer para estar mejor, sino que me malcríe al extremo, que esté, y que comprenda que así como soy maravillosa, estoy llena de defectos y que uno de esos defectos es pensar que hay ciertas cosas que a mí no me van a pasar.

- Disculpa, esta silla está ocupada?
- No, la puedes tomar. 

Y así me sacaron de mis no pensamientos, las voces se empezaron a escuchar, las cosas a mover y mis ojos volvieron a enfocar. Me paré, les dí la mesa. Yo tenía que seguir caminando y eso hice. El café lo boté. Al parecer no todo el mundo se detuvo. Mi latte se había enfriado. 


6 comentarios:

Vanesa dijo...

No se como no sonar cursi al decirte esto...pero se me parte el corazon leyendo este post..o sera que te imagino tan vividamente en lo que escribes que no puedo pero solo ponerme triste contigo....todos tenemos dias asi..lo importante es saber que no duran para siempre..y que siempre tendremos un mejor mañana..Besos

LA CHISPITA DE LA VIDA dijo...

Has descrito a la perfección un sentimiento que en mi se repite muy de vez en cuando, afortunadamente por cierto, porque a la vez siento como angustia no sé de qué. Tristeza, porqués, dudas, miedos...que cuando menos nos lo esperamos desaparecen.

Besitos

Francisco dijo...

No, no, no, Tanyta...así no. Voy a tener que ir a hacerte galleticas para comerlas mientras vemos una película de terror muy malaaaaaa, a ver si así te ríes un poquito.

Tanyluz Sciortino dijo...

Gracias, Vane, qué bella eres. No sabes el bien que me hacen tus palabras. Tengo tiempo pensando que deberíamos vernos, han pasado muchos años. Gracias por tu empatía. Un beso grande.

La Chispita de la Vida:
Besitos a ti! Saber que hay personas que comprenden por lo que estamos pasando, es un impulso que nos hace pensar que no somos los únicos en esto, y que no durará para siempre. Gracias...

Fran:
Ya he pecado y me he salido de esta dieta eterna en la que vivo. Dije: "Bah...No me importa, me lo voy a comer", y algún bien hizo. Ahora, no me puedo ni imaginar lo espectacular que sabrían esas galletas con una de esas pelis que lo que dan es mucha risa... :) Gracias a ti también.

Anónimo dijo...

You are a beautiful writer, but you made me worried about you.

Chico

Tanyluz Sciortino dijo...

You know all my reasons. Just keep being by my side. Love ya.